miércoles, mayo 28, 2014

La génesis salvaje de Akira


En un futuro distante, la humanidad finalmente se encuentra abrazada por completo a la tecnología. Pero el ser capaz de controlar su entorno a través de las máquinas tiene un precio, uno muy alto que pagar. La soledad, la violencia, el hambre, la muerte se pasean a sus anchas entre los hombres. La belleza, la compasión, la hermandad y el amor se encuentran viviendo un largo crepúsculo, uno del que bien podrían no salir jamás.
Este es el mundo que se presenta en Akira, una de las hombres cumbres del manga japonés, y una de las historias que mejor logran combinar la paradoja del avance tecnológico con al atraso humanitario. Creada por el mangaka Katsuhiro Otomo y publicada en Japón entre 1982 y 1990 en seis volumenes, la historia es un tobogán de emociones, donde se examina la vida en Neo-Tokio, una ciudad levantada sobre las cenizas de una guerra mundial que devastó al planeta.
Los sobrevivientes no se encuentran con un panorama halagüeño. Al avance científico le ha seguido una brutal crisis económica, acompañada por un desempleo, violencia y hambrunas rampantes. Las pandillas de criminales y pandilleros, antes extrañas en Japón, se han multiplicado, y una de ellas es dirigida por Shotaro Kaneda, el protagonista de Akira. 

El antes y el ahora
Aunque publicada en los años ochenta, la gran virtud de Akira, más allá de su fabuloso dibujo, detallada historia e impresionante desarrollo de personajes, se encuentra en la idea que mueve a la trama. La obsesión del hombre por controlar el poder de los dioses, y dominar fuerzas que están más allá de su propia concepción.
La historia arranca a principios de los años noventa, cuando una violenta explosión desata una Guerra Mundial, que arrasa con buena parte del planeta. ¿Cómo se relaciona esto con una pandilla de motociclistas? El gran mérito de Otomo fue justamente contar una historia de gran calado moviendo pequeños engranes. La trama, futurista y apocalíptica, no se aleja jamás de su premisa inicial, ni se la idea que lo mueve.
A casi un cuarto de Siglo de haberse publicado, la serie sigue siendo objeto de profundo análisis y debate entre los amantes de la animación. Con Akira, la idea de que el manga o el anime estaba cerrado a un pequeño círculo de fanáticos se derrumbó.
A principios de la década los años noventa se estrenó una película animada, basada en la historia original, aunque con varias diferencias, lo que le ganó la crítica de la primera versión. Sin embargo, en ambos casos la crítica ha coincidido en señalarlas como obras fundamentales de la animación japonesa. Historias vibrantes y brillantes que demuestran que el precio que hay que pagar por todo avance en la civilización, muchas veces puede ser muy alto.

¿Qué es?
—Proyecto Akira: El gobierno japonés comenzó en los años ochenta del Siglo XX un proyecto para despertar poderes mentales en la mente de niños. Uno se salió de control a tal punto, que provocó jna gigantesca explosión, la misma que desató la III Guerra Mundial.
El sujeto original, Akira, sigue vivo, en animación suspendida, a casi 30 años de su “despertar”. El gobierno espera controlarlo pronto, aunque ha seguido trabajando con otros niños para despertar este tipo de poderes.

Los personajes.
• Shotaro Kaneda: líder de una banda de motociclistas ladrones. Su mejor amigo es Tetsuo, a quien quiere como un hermano menor, aunque no desaprovecha la oportunidad de burlarse de él. Una serie de crímenes lo llevará a ser considerado por el gobierno del nuevo Japón como un peligroso enemigo. Suele andar en una espectacular motocicleta en color rojo. Es capaz de sacrificarse por los miembros de su pandilla, los Capsules.
• Tetsuo Shima: Es el mejor amigo de Shotaro. A diferencia de él, es tímido e introvertido. Adquiere poderes que lo hacen cambiar no solamente en lo físico, sino en lo mental, al punto que quiere quitarle a Takeda su motocicleta roja, símbolo de poder en el grupo de ladrones. Para el gobierno, el despertar de sus poderes simboliza un enorme peligro, por lo que comienzan a cazarlo.
• Kei: Una joven revolucionaria, que se cruza casi de forma casual en la vida de Takeda. Es considerada enemiga del gobierno, y pronto involucra a Shotaro en la misma lucha, muy a su pesar. Desarrolla un sentimiento romántico por él. En la película, con el paso del tiempo, comienza a desarrollar poderes, al igual que Tetsuo.
• Coronel Shikishima: Es la representación del hedonismo, corrupción y poder gubernamental. El militar fue uno de los responsables que la explosión que desató la III Guerra Mundial. Pese a eso, sigue al frente del proyecto Akira, y a la caza de todos los subversivos que reten al Gobierno.
 
Salto de calidad
La película de Akira se estrenó en 1988, un par de años antes de que acabara el manga (lo que explica las diferencias entre ambas obras). La cinta, dirigida por Otomo, tuvo un enorme presupuesto para su época, lo que garantizó su calidad.
Desde su estreno, la película fue calificada como una obra maestra por el público, y a más de 25 años de su aparición, mantiene una aprobación del 80 por ciento entre los fanáticos de la popular página de crítica cinematográfica Rotten Tomatoes.

martes, mayo 27, 2014

X-Men: Días del futuro pasado (OPINIÓN CON MUCHOS SPOILERS)

Han pasado 15 años, poco más, poco menos, desde que apareció la primer película de X-Men en la gran pantalla. Desde entonces, solamente en dos ocasiones he salido de la sala más satisfecho por la película que vi, que por los nachos con doble queso: Con X-Men First Class, y ahora con Días del futuro pasado.
Pero, ¿estamos ante la mejor película jamás hecha de los X-Men? Spoilers adelante:

• ¿Por qué le sale fuego del trasero a Xavier?
Es la mejor porque:
•Tiene una buena historia que contar. Atención, ñoños, aquí hay una película que le entra a los temidos viajes en el tiempo, y no sale mal parada. Cuando se anunció que saldría la adaptación de Días del futuro pasado, muchos pensamos (al menos yo pensé), que los guionistas podrían estar pisando arenas movedizas. No sucede aquí. La historia corre a través de dos líneas temporales, el futuro en el año dos mil y tantos, y en los años setenta. La conexión es la mente de Wolverine, que viaja a su yo del pasado. ¿Cómplicado? No tanto como podría ser. Y eso nos lleva a otro punto.
•Wolverine es bien utilizado. Para nadie es un secreto que el personaje es el preferido de la franquicia, y que podrán morirse todos, menos él. Aunque Wolverine lleva buena parte de la carga dramática de la historia, no nos enfocamos en las jetas de Hugh Jackman, ni en su eterno dolor por todo aquello que le ha pasado en la vida. Tenemos, de hecho, una interpretación coherente. Finalmente, finalmente, Hugh Jackman, lo lograste, cabrón. Y eso nos lleva a que...
•Los protagonistas necesarios. Y por necesarios me refiero a suficientes. Sí, sonaba de flojera pensar que el peso dramático de la historia se lo llevaran Charles Xavier, Bestia, Mystique, etc. Bueno, al menos así sería en los cómics. En la película tenemos una tensión brutal entre todos. No tenemos a héroes perfectos por ningún lado. Todos están consumidos por la ira, por el no poder ser lo que quieren, por el no estar satisfechos. Y al final, sacan la cabeza del lodo.
•Magneto: Todas las películas de X-Men han tenido la sombra de Magneto, y a esta altura, ya podría dar bastante flojera seguirlo viendo. Pero Michael Fassbender le pone un toque brutal al personaje. La cara de “odio al mundo” no se le va ni inconsciente. A pesar de eso, no es un villano de caricatura. La escena del avión lo ilustra. Él es así por algo, y se muere con la suya.
•Quicksilver.
•Elenco grande, palabras pequeñas: “Hola, Logan”, es todo el diálogo de Bestia del futuro en la película. Rogue nada más sale para sonreír. Blink, Warpath y Coloso se la viven jadenado gritos de batalla, y los personajes Kitty Pryde y Charles Xavier del futuro son como los de Aries y Kiki en la Saga de las 12 casas. No me molesta que el 70 por ciento del elenco apenas tenga diálogos. Si no tienen nada interesante que decir, vale mil veces más que tengan un poder interesante que mostrar. X-Men: La última batalla, falla por querer desarrollar la personalidad de todos, sin lograrlo en ningún caso. Aquí van a lo importante: Los tranzacos. Y....
•Las mejores escenas de pelea en TODA la saga (y siempre pierden los X-Men): Ver las batallas de los X-Men “del futuro” contra los Sentinelas es un nerdgasm total. Vemos a Blink tirando portales de forma brutal, Coloso transformado en una imaparable mole de metal orgánico, Sunspot ardiendo como el infierno, Tormenta tirando rayitos y Warpath gritando “waaaa”. ¿Se necesitaba que hicieran más? No. Gracias, grandes escenas, quince años, pero al fin las tenemos.
•Los guiños ñoños: Es una película disfrutable, pero están esos pequeños y sutiles guiños que solo los amantes del cómic entendemos. Ver a Magneto rodeado de Sentinelas y asediando la Casa Blanca me recordó a Ultimate X-Men. A Magneto levantando a Wolverine, con acero saliendo de su cuerpo, fue un pequeño homenaje a Atracciones fatales. A Quicksilver...o perdón, Peter, sosteniendo a su hermanita pelirroja. Aquí y allá. Cosas ñoñas, para ñoñs.
•Bryan Singer. Bueno. Finalmente, lo logró. Una buena película dirigida por los X-Men. Y con la tarea titánica de conciliar a todas las historias antes filmadas. Aquí va a haber varios puntos polémicos, porque se carga la continuidad de la trilogía original, y deja abiertos varios huecos en las siguientes. Pero el trabajo no permitía que hubiera sutilezas. Singer logra conciliar la saga original, las de Wolverine y esta. Forzado, sí. Pero deja la mesa puesta para que funcione de cara a futuro, y revive a todo el elenco muerto.

No es la mejor porque: 
•Las nalgas de Hugh Jackman. Una vez más, tenemos que chutarnos la reglamentaria escena de Wolverine encuerado. Los hombres esperabamos un Wolverine con Adamantium. Las damas las nalgas de Guepardo. Adivinen quienes obtuvieron lo que quisieron.
•Mystique: Ya sabemos que Jennifer Lawrence es la actriz de moda en Hollywood. Y aquí la vemos en el papel de Terminator trasformista. Va por todo el mundo, queriendo matar a Bolivar “Tun Tun” Trask. Y no hay más. Se vuelve el personaje más predecible, siendo la mayor perdedora ante el aumento de personajes, porque se va diluyendo. Eso y sus escenas donde habla otros idiomas, pero invariablemente, acaba expresando sus ideas en inglés, aunque nadie la entienda.
•La continuidad: Les dije. Nadie va a quedar conforme con esto. En X-Men: Last Stand, creo que Bolivar Trask era un afroamericano del tamaño de un tractocamión, y aquí...bueno.
La escena post créditos de la película anterior en solitario de Wolverine se supone que nos tendría que traer a este punto, pero está de más decir que quien sabe si así es. Y así nos podemos ir yendo para atrás, y atrás. Un poco como lo hizo DC con Flashpoint, esta saga sirve para dejar todo nuevo, y arbitrariamente elegir qué cosas sí pasaron y cuales no. Parece ser que lo del Fénix no ocurrió, al menos no como lo vimos en el cine, lo que deja fuera de canon a X-Men 3. Woops.
•Todos vuelven, o casi: Me gustó ver al Bestia original, aunque fuera como un cameo muy veloz. Pero no todos los mutantes de las sagas anteriores la libraron. Nightcrawler parece ser uno de esos que “nunca ocurrió”, y bueno, a Rebecca Romjin que le avisen que el personaje que ella interpretó alguna vez ya tiene nueva dueña.
• Poco amigable con los neófitos: Si esta es tu primer película de X-Men, muchas cosas se te van a ir. Muchas, muchas. No es una cinta pensada para quien se acaba de subir a la franquicia, lo que deja fuera incluso a los que se sumaron con Firts Class. Para entender esta en su totalidad, hay que ver la trilogía original, aunque irónicamente al terminar Días del futuro pasado, eso ya no tendrá sentido.

Con todo esto, mi veredicto es: Sí, es la mejor película hecha con TODOS los X-Men. No tiene la frescura de Firts Class, pero tiene la nostalgia, el elenco y la historia de su lado. ¿La mejor del verano? Todavía no acaba, pero está en mi top cinco. Bien, muy bien. Le doy la máxima calificación: Dos pulgares arriba.