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Justamente Balder se las tiene que ver con unos asgardianos todavía algo inquietos por su nuevo estatus tan terrenal, y a esto debemos sumar el hecho de que Loki y el Dr. Doom están haciendo tratos maquiavélicos al haberse llevado a estos seres mitológicos a Latveria, experimentando con la "supuesta inmortalidad" de los asgardianos.
En el transfondo de estas intrigas palaciegas, William y Kelda llevan hasta el límite su amor. Y creanme cuando les digo límite, si eso involucra la idea de un homicidio.
CRÍTICA: J. Michael Straczynski ha demostrado todas sus virtudes en el título de Thor a lo largo de casi 17 números: Buen (aunque lento) desarollo de personajes, una historia aparentemente menos obvia que lo que hacen otros guionisas, acción y humor con mucha tragedia y hasta eso, es raro que Stracky alarge de más una saga cuando se ve que está es más enfadosa que una roca cayendo por un desfiladero.
Desafortunadamente, comienzo a creer que en este número también se asoma un poco de lo peor del guionista con apellido de trabalenguas: Desgano parta resolver las sagas y resoluciones anticlimáticas, sin contar con que la narrativa a veces es pesada y confusa (esto creo que lo comparte con el dibujante)
A estas alturas en Estados Unidos ya era un hecho que J. Michael Straczynski iba a abandonar Thor (y casi Marvel) por la mala relación que tenía con Joe "cintura de tinaco" Quesada. Y se ve que está tratando de acabar su arco argumental a como de lugar, así sea de la forma más despatarrada.
No se porque, pero los últimos 2 números
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Quizá el asunto de Sif sea lo que más me decepciona. En cierta forma el desencanto de Thor por revivir a todos los asgardianos y no a su amada me parecía interesante de ser explorado, pero desde que la ha tenido enfrente no hemos visto en realidad nada interesante. Es como si hubiera recuperado un trapo viejo o una cachucha.
Marko Djurdjevic sigue demostrando que lo que mejor hace, de lejos, son las portadas. No es un mal dibujante, de hecho, es mejor que Romita Jr. o Alex Cruz, pero seamos honestos, sus acabados quedan lejos de lo que nos acostumbró Oliver Coipel.
CALIFICACIÓN: 7.5.
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