¿Se acuerdan cuando fue la última buena temporada de Los Simpson? ¿O cuál fue el último disco bueno de los Rolling Stones? ¿O la última vez que te comiste unos tacos de 1.50 y no te enfermaste de la diarrea negra? Sí, hay cosas que en su momento fueron enormes, grandiosas, pero hoy ya dan más pena que risa.
Y el Universo Ultimate está en esta categoría.
Por estos días se vende en México el Omnibus (o bueno, algo así, por 249 pesos) de Cataclysm, el último gran evento (lo de grande viene por la cantidad de números que abarcó, no por la calidad de la historia) del Universo Ultimate.
La premisa es que gracias a los eventos estúpidos y carentes de sentido de la saga de Age of Ultron, Galactus va a parar al Universo Ultimate, y tiene bastante hambre. Allá no hay Cuatro Fantásticos, y tecnicamente tampoco Avengers, así que todo pinta a que convierta al Sistema Solar en un McTrío sin papitas. Los héroes tendrán que dejar de lado sus diferencias e inutilidades, para intentar ser un obstáculo en la meta de Galáctus, aunque la pelea se sienta tan pareja como un partido entre el Real Madrid y los Colibríes de Cuernavaca.
Más allá de la historia (que no es mala, pero tampoco una maravilla), la saga era el pretexto perfecto para que Marvel terminara por sepultar uno de los mundos paralelos más exitosos que ha creado, pero que en los años recientes se ha ido quedando sin gas, en parte porque la compañía entendió que vigorizar a todo lo que fuera Ultimate implicaba indirectamente debilitar a los titulos Mainstream.
Muchos de ustedes no habían nacido, pero creanme, allá por el año 2002-2007, los cómics Ultimate molaban. Los Ultimates fueron, creo yo, lo mejor que se hizo con Avengers en casi 20 años (y me atrevo a decir que sigue siendo lo más influyente), y durante un buen rato, el Spider-Man más sólido se leía en la versión juvenil de Peter Parker. Los ultimatizados X-Men y Fantastic Four también vivieron muy buenos momentos allí de la mano de autores como el cabeza de rodilla de Bendis, Millar, Kubert y Bagley.
Pero, como si se tratara del típico tío borracho que nadie invita y arruina la fiesta, llegó Jepeto Loeb con aquella mierda de saga —cuyo nombre no me voy a molestar en recordar—, y simplemente acabó con todo lo hecho. Creo que el problema aquí fue que vino a revolver el engrudo, y ningún escritor desde entonces fue capaz de verdaderamente crear algo memorable (quizás por el temor de que Loeb volviera, ya saben, los delincuentes siempre regresan a la escena del crimen).
Ultimates dejó de tener ese aire entre cinematico y realista que lo hacía un título único, y de hecho, comenzó a parecerse más y más a su versión tradicional. Se dejó de pensar en cómo construir a personajes interesantes, y se prefirió, como en lo mainstream, por presentar diseños "chidos" y "alternos" de lo ya visto. Como se habrá ido quedando sin chiste, que de plano se trajeron a Galactus para matarlos de una buena vez.
Salvo Ultimate Spider-Man, el resto de los títulos de esta franquicia cayó en una modorra de la que parece no se va a levantar. Cataclysm era, la verdad, una emocionante oportunidad por darle a todos los personajes un funeral vikingo de lujo, pero al final Marvel Comics reculó, extendiendo la agonía del concepto que alguna vez fue lo mejor de la Casa de las Ideas, y hoy no pasa de ser un volcán apagado.
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