La vida de Gwen Stacy dio
un giro de 180 grados cuando fue mordida por una araña radioactiva.Ello le dio los poderes proporcionales del insecto, mismos que ha
utilizado para combatir al crimen. Pero la tragedia está presente
siempre en su vida, y no puede dejar de sentir culpa tras la muerte
de Peter Parker.
Perseguida por la policía
(y para acabarla de amolar su papá es el que encabeza la búsqueda),
Gwen se debate entre seguir haciendo el bien o dibujar en la espiral
de la derrota.
CRÍTICA: Desde hace
bastante tiempo que en Marvel han estado viendo cómo meter a Gwen de
vuelta a la continuidad de la editorial, tratando de salvar el
pequeño detallín de que el personaje tiene más de 30 años muerta.
Como regresarla no va a ser una buena opción para mantener a Peter
joven (ya saben que las relaciones amorosas entre más duren tienden
a “envejecer a los personajes”, no lo digo yo, lo dijo Quesada),
se decidió crear una linea alterna, donde además de estar viva, es
la encargada de cargar el manto de Spider-Man. En este caso,
Spider-Woman.
La pregunta es si esta
historia funciona para algo más que el mero bluff de la saga de
Spider-Verse o el hype. La respuesta es... más o menos.
El gran mérito que le veo
al cómic es que crea una trama entretenida al menos a partir de una
premisa que nadie se esperaba, como el hecho de que Gwen no nada más
es la heroína, sino que se dedica a la música, en una banda
encabezada por MJ.
Jason LaTour se esfuerza
por no calcar a Gwen como si fuera un “Peter femenino”, y trata
de dotarla de sus propios problemas, y ya encima le otorga el peso de
ser una heroína, tan capaz o incapaz como su contraparte masculina
en otra línea alterna.
Pese a todo, el defecto de
este cómic y el resto de los tie-ins, es que son más paja que nada
para la historia principal, lo que hace que sea altamente
prescindible, salvo que seas un tremendo completista.
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