martes, diciembre 14, 2010

Dark Avengers 11

Norman Osborn se ha enfrentado a múltiples retos en su tiempo al frente de HAMMER, pero nada parecido a Molecule Man. El equipo entero de los Vengadores Oscuros, incluyendo a la nenaza de Sentry, ha sido destrozado por el Hombre Molécula, un viollano capaz de controlar los atomos a su alrededor, lo que lo transforma en un semidios en la práctica.
Osborn sabe que no cuenta con nada físico que sea capaz de derrotar a Molecule Man, así que decide usar la misma técnica que ha utilizado con Sentry: Jugar con su mente, llevarlo por un camino de interrogantes y finalmente ponerlo de su lado.
Sin embargo, a diferencia de Sentry, el Hombre Molécula no tiene un desorden hormonal que lo haga comportarse como vocalista de Pxndx en mmentos de tensión, así que toda la verborrea de Iron Patriot le entra por un oído y le sale por el otro, y es más, tortura a Norman con una serie de fantasías bastante fuertes (para Osborn) que rayan en la locura. Esto lo aplica también con el resto del equipo vengador, incluyendo como no a Sentry, a quiun hace explotar tipo Krilin contra Frezzer, luego de reconocer que el "héroe con mil héroes estallando en su interior" posee moléculas únicas, jamás vistas en esta realidad.
Con todo el grupo de Vengadores derrotados, le toca a Victoria Hand, la segunda al mando en Hammer, idear alguna forma de vencer a Molecule Man, y la encuentra: Se rinde de inmediato.
CRÍTICA: Delirante desde la portada hasta la última página, este cómic es una especie de viaje ácid pesado entre la mente de Bendis y los trazos de Mike Deodato Jr. y Greg Horn. La revelación de Molecule Man como el villano real (el resto son meras alucinaciones) le dieron un poco más de forma a la trama, pero hasta allí. Bendis y Deodato nos llevan por un intricado relato donde la mente le juega mal a todos los villanos presentes.
Este número es entretenido por su arte y por lo extraño, aunque debo decir que como en las películas chafas, el planteamiento ya ha sido bastante extenso por parte de Bendis que hace nuevamente gala de su estilo descomprimido (algo así como cuando cuentan un chiste largo largo largo de Pepito que sabes se puede acabar en 30 segundos) y todo inica que tendremos una vez más una conclusión precipitada. Ojalá me equivoque.

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