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Para muchos no significa nada, pero para quien lo festeje, felicidades.
Breve historia de terror comiquera:
La hoja asesina.
Giobany Arévalo es un hombre sencillo. Todos los días sigue la misma rutina aburrida. Llega a Editorial Televisa en Santa Fe, hace "delete" de los 3900 correos que le llegan insultándolo y luego, pausadamente y a sorbos, se toma el té que religiosamente trae de su casa.
Pero este día fue distinto. Llegó a Televisa y nadie lo saludó, ni un "hola" o "quitate ñoño". Pensó que nuevamente le habían pegado en la espalda el letrero "soy gay", así que no se extrañó ante la frialdad de sus colegas.
Cuando encendió su máquina y abrió el correo, solo había 3 mensajes. Uno de OSVALDO_TAMPICO invitándolo a agregarlo como amigo al Facebook y otros dos de spam donde trataban de venderle viagra.
"¿Qué estará pasando?" pensó mientras se acomodaba los lentes y se rascaba la cabeza. Gio tomó su mochila y la abrió para sacar el sobre de té Laggs, la única marca que toma, pues los demás le provocan ronchas en el trasero. Sí, suena estúpido, pero eso le sucede de manera constante.
Cuando abre la mochila no encuentra el sobre que siempre, siempre yace al lado izquierdo, hasta el fondo. En vez de eso, sintió un profundo corte en la mano.
El corte no fue tal. Fue un tajazo que le arrancó el pulgar. Giobany gritó como Belinda al ver esto. Las lágrimas y las babas le brotaron al mismo tiempo, por lo que ambas se atoraron en su rostro. De su mochila salió una hoja con patas y manitas. Era la hoja faltante de Civil War 6. Esa pieza del cómic que según el propio Arévalo se había perdido.
-"¿Creías que estaba perdida imbécil?", le espetó el trozo de celulosa asesino, antes de sacar de una de sus viñetas un cuchillo cebollero, en una escena más surrealista que la explicación para la cancelación de Dark Tower. "Te enseñaré lo que es el olvido. Olvidarás respirar".
Giobany siempre pensó que moriría en una circunstancia extraña. Quizas aplastado por las heces de un rinoceronte o por la explosión de un díldo en sus extrañas, pero no así. Apenas pudo manotear sobre su escritorio mientras aquella hoja le ensartaba la hoja, pero del cuchillo allí donde la espalda pierde su nombre.
Gio alcanzó a tumbar el teclado de su máquina mientras el acero le llegaba hasta el píloro. Involuntariamente apretó la tecla "Enter", por lo que el acto final en la vida de Arévalo fue aceptar la solicitud de amistad de OSVALDO_TAMPICO.