La televisión latinoamericana es una de las pioneras en producción de telebasura de más bajo nivel. En Colombia se han gestado varias de las novelas más exitosas de los últimos años, que llegando a México (y siendo adaptadas) se convierten en hits que secan rápidamente el cerebro de los televidentes a la hora de la comida. pero también se están haciendo cosas muy buenas, tal es el caso de la miniserie (de 22 capítulos) de Sin Tetas no hay paraíso, basada a su vez en un libro de Gustavo Bolívar.
SINOPSIS: Catalina es una chica que vive en un pueblito llamado Pereyra. Ella vive en una casa de lámina muy humilde junto a su hermano Byron y su madre, quien ha trabajado muy duro por darles educación a sus dos hijos. "Cata" es muy inocente, pero también muy ambiciosa. Sus sueños son vivir entre lujos, y la única manera de cumplirlos es andando de prepago (prostituta) de un traketo, o narcotraficante.
En Pereyra hay muchos narquillos de baja monta, pero aunque Catalina es muy guapa le falta una cosa: senos. Pronto esto se convierte en su trauma, y a toda costa quiere operarse "las tetas".
A sus 16 años, se hace novia (prepago, en realidad) de un narco "pesado", que promete pagarle la operación, a cambio de cuerpomatico eterno. Ella accede, pero días antes de la operación, el narco es capturado por la DEA.
Ahora, sin "plata", Cata no sabe que hacer. Una amiga suya, apodada La Diabla, le propone irse a Bogotá en búsqueda de más traketos dispuestos a agasajarla (es medio lenona la amiga) y en una de esas, hasta pagarle "sus teticas".
Y allá va la Cata, dejando atrás a su madre, su novio, y su hermano Byron, que ahora se ha convertido en sicario, y es el único que sabe que ella es una "prepago". En Bogotá, Catalina se junta con varios narcos y ladrones menores, pero sólo se acuesta con el doctor que ha prometido ponerle senos, a cambio de mucho sexo gratis y dos millones de pesos (colombianos). Con su recién ganada anatomía, Catalina conoce a un narco feo y viejo pero millonario. Este tipo se deslumbra con su belleza y se casan.
Catalina vive como reina, pero sus impulsos la llevan a meterse con un narco que conoció en Pereyra y lo denuncia a la DEA para cobrar la recompensa de 2 millones de dólares. Sin embargo, esa recompensa es una "manzana envenenada", pues quien la reclame, se pondrá un blanco en la cabeza.
Los narcos de Bogota y Pereyra comienza a buscar a quien delató a su amigo...o sea, van tras Cata. Para este punto, la protagonista tiene serios problemas con sus implantes. Sus senos llenan de venas y llagas y es internada en el hospital. El doctor le dice que el cirujano que le puso los implantes es más chafa que el Doctor simi, pues las siliconas ya habían sido usadas en al menos ¡dos mujeres! Catalina pierde los implantes y no se podrá operar en cinco años.
En Pereyra, matan a su hermano en una balacera, y mientras Cata convalece de la operación para destetarla, la Diabla habla con su esposo narco y le dice que Cata lo aborrece por ruco y feo. La Diabla comienza una relación con el esposo de Cata y los dos deciden irse a España, dejando a la pobre Catita en el hospital, sin lana para pagar la cuenta y sumida en una severa depresión.
Después el esposo se compadece, le paga la cuenta y la manda a su casa, bajo el argumento de que a él lo esta buscando la DEA. Sin dinero, esposo y tetas, Catalina regresa a Pereyra, y allí se da cuenta que su ex novio se "juntó" con su mamá, y ahora están esperando un hijo. Catalina intenta suicidarse y prefiere volver a Bogotá, pues no sabe que pasó con la Diabla. Allí se topa con un empleado de su ex esposo, empleado que está enamorado de Cata.
Cuando van a cenar, se topan con el ex esposo (que creía perseguido) y la Diabla (que creía perdida) en pleno faje. Catalina traicionada, le pide al empleado que mate a la Diabla. Este accede, pero Catalina tendrá que "ponerla" para ser ejecutada. Ella acepta citarla en un café. Al día siguiente el empleado le marca a Cata a su cel. Ella le dice que ya citó a la Diabla, que esta sentada en el café, en la mesa derecha de la entrada ojeando un libro. El empleado manda al sicario, que encuentra a la mujer sentada de espaldas y le dispara dos tiros al pecho. El empleado vuelve a marcarle a Cata para confirmar la ejecución pero ella no contesta. No fue la Diabla la que murió en el café. Fue Catalina quien se sentó en esa mesa.
CRÍTICA: La verdad, nadie que viera esta novela lo comenzó haciendo por la historia. Era por las tetas, y hubo muchas. Pero llegado el momento, la trama y la misma miseria humana de Catalina terminaron por atraparme. Ella es una chica hermosa, pero sus ambiciones la consumen. La ironía aquí, es que ella luchó y pasó por encima de mucha gente para cumplir sus sueños, cosa que logró, pero jamás encontró la felicidad, ni la cordura. Definitivamente, una de las mejores minis latinoamericanas hechas recientemente, y este sábado es el maratón en Unicable a partir de las 7, si yo pudiera verlo, no me lo perdería.
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1 comentario:
tienes muchisima razon en que aveces nos gana el morbo. y es por eso que vemos cosas pero como tu lo dices nos gano el sentimiento y la trama. que buen blog tienes saludos y bye.
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