El dinosario estaba allí

Si me preguntan cuál es mi mejor recuerdo de la época decembrina, ese debe ser el año en que una fuerza superior y todavía incomprensible me dio el Tyranosaurio Rex de los Dino Riders.
Si había algo que me fascinaba en mi tierna infancia eran los dinosaurios, esos extraños y curiosos animales con ojo de canica pero dientes de cuchillo cebollero que se pasearon por la tierra antes de que los humanos comenzaramos a extinguir especies como dios manda. En ese tiempo el mejor juguete que podía tener sobre tales lagartija eran los Dino Riders.
En realidad yo debo haber esta muy chico y vivir en el sopor de la infancia, pero no olvido como se sobresaltó el corazón al bajar las escaleras a toda velocidad ese 25 de diciembre de nosequeaño y ver al Tyranosaurio en su caja reluciente, con su armadura dispuesta a ser armada (e inmediatamente perdida), como lo abrí con un cuidado religioso, sin hacer ruido porque no sabía ni que ruido se hacía en esos casos. En verdad, es ese tipo de emoción que con los años vas perdiendo, diría de, asombro absoluto ante algo que no esperas ver jamás y que de una forma que no puedes explicar, cae en tus manos, simplemente porque "te portaste bien".
Si, tuve más Dino Riders, y mi trauma fue que de niño jamás pude ver la caricatura (y cuando la pasaron se me hizo chafísima), además de enterarme luego de lo imposible que es ser paleontólogo en este país si aspiras a comer 3 veces al día.
Ahora que lo pienso, en esa época, cuando los cómics eran tan lejanos para mi, yo solo quería regresar a casa de la primaria y ponerme a jugar con mis monos. Sabía que el dinosaurio aun estaba allí.